El Puto Mal

¿Lo sientes? ¿Lo notas? ¿No? es como un rumor sordo, como un susurro no pronunciado. Es cuando estás detrás de tu pantalla (ella está delante de tí, así que tu estarás detrás, digo yo...) deglutiendo contenidos multimedia y webs como si fueran tostadas de paté.

Es un temblor que se avecina, cuando el agua vibra dentro de un vaso, cuando la lámpara del techo se tambalea y un trozo de pintura cae en tu taza de café. Están ahí, observándonos, viendo lo que hacemos y como lo hacemos.... cada cosa que ves, lo que oyes.

El señor oscuro aposta sus huestes tras los muros de tu prisión, formando batallones, perfectamente alineados, a la espera de la orden precisa, de la voz de su señor. Miles de ellos te esperan.

¿No los ves? ¿por qué miras por la ventana? ¿quén ha dicho qué estén ahí fuera? Dije que estaban tras los muros de tu prisión. Mira más allá de las letras, más allá del contenido, de las imágenes que nos inducen a imaginar un botón. ¿No lo ves?

Pues están ahí. Y te ven.

Al principio adoptaron la estrategia de la infiltración. Se hacían pasar por mayordomos, sirvientes... en definitiva, parecía que "nos servían". Morpheo tenía razón. El destino no está carente de ironía. Ahora "les servimos".

Nos estudian, nos conocen, saben la tonalidad del color de la mierda que te gusta y te la endosan.

Ahora es más evidente que nunca. Vemos las huestes, sus capitanes de campo y sus armas. Ahora sólo resta por adivinar la faz del caudillo. El caudillo de la hueste del mal.